Tenemos una pista

Llego a Dublín cerca de las diez de la noche, mi teléfono no ha parado de sonar con las incontables llamadas de mi padre y de mi hermano. Ahora sí podía llamarme, ¡Dios! ¿Qué m****a le dijeron?. No me quedó de otra. Ahora, era yo el que no quería hablar, así que lo apagué, era preferible tener esta conversación con mi padre en persona.

Una vez que bajé del avión y tomé mis pertenencias, salí del aeropuerto y me subí al primer taxi que encontré para que me llevara a la cueva del diablo, o sea a la casa de mi padre.

El camino se hizo extremadamente corto y aunque quería prolongar este momento, ya no había caso de hacerlo más. No podía ser tan pendejo.

«Eres un adulto, asume tus actos»

Me bajé del auto y pagué al conductor. Respiré hondo y me paré en frente del porche de la casa de mi padre. Estaba apesadumbrado y en cierta forma molesto. Volví a respirar hondo y toqué el timbre.

Loren, nuestro mayordomo, abrió la puerta y con su aire de solemnidad me saludó.

—Buenas noches, Joven amo, su padre lo espera en su despacho.

Su tono, sin un ápice de sentimientos, me recordó mi niñez y todo lo que viví aquí hasta que mi madre nos dejo, sonreí y le entregué mis cosas. Tomó mi maleta y me indicó ese camino que ya sabía desde que era un niño, enfilé mis pasos hacia esa habitación que tanto odiaba y di tres golpes en la puerta.

—Adelante…

—Padre yo…

—Si vienes a justificarte por el hecho de pedirle a la chica que aborte te entiendo hijo, pero es un O’Connor. Además son son novios, es normal que el sexo ocurra entre la pareja — me dice serio sin mirarme a los ojos y preocupado de los planos que tiene frente a él, yo lo escucho, aún procesando lo que me dice y se me cae la cara de la impresión —. Lo mejor es que se casen pronto y ese niño no nazca en el pecado.

—Pero ¿de qué diablos estás hablando, padre?— estoy en shock y grito como animal envenenando.

—¿No era de eso de lo que me querías hablar?— carraspeo y me acerco a él, me dejo caer en la silla frente a su escritorio y después de ordenar mi chaqueta y mis pensamientos me dispongo a hablar.

—Padre, no sé que te dijo Erin, pero ese hijo que lleva en su vientre no es mío y ahora entiendo muchas cosas…

—¿De que hablas Junior?— por fin me mira a los ojos y veo ese rastro de duda, aunque le costara disimularlo.

—¡Qué yo no me he acostado con esa puta barata, padre!— eran pocas las personas con las cuales explotaba y perdía los estribos y, ahora, una de ellas, estaba frente a mí. Me imagino que la otra está tras esa puerta cerrada, escuchando.

Estoy viendo negro, rojo y hasta lucecitas de colores de lo furioso que estoy, necesito calmarme ya o todo será peor.

—Esto es una broma de mal gusto, Junior. Deja de decir estupideces.

—No es ninguna broma y mucho menos una estupidez lo que te estoy diciendo, padre— retomo la conversación y hablo soltando respiraciones lentas y pausadas—, es más, estoy seguro que ese bastardo que lleva en su vientre no es mío.

—Pero si llevan casi un año juntos, esto no puede ser cierto.

—Pues lo es padre y gracias a dios que la tecnología ha avanzado en estos tiempos —digo, colocándome en el peor de los escenarios—¿Cuántos meses dice tener?

—A penas un mes de embarazo y nos dijo a John y a mí que la habías echado de tu casa cuando te lo contó.

—Erin es una maldita arpía que creyó que tenía todo fríamente calculado, padre. Se debe haber embarazado de uno de sus tantos amantes que tiene y por eso trató de meterse en mi cama, ya era tan asfixiante la situación que la última vez la eché de mi departamento y ella me advirtió que se las pagaría.

—Pero John es mi amigo. No puedo creer que ambos lo hayan tramado. Somos socios desde que ustedes eran niños y por eso decidimos que un compromiso entre ustedes era la mejor forma de unirnos. Recuerda que Erin siempre estuvo enamorada de ti.

—Caras vemos, corazones no sabemos, padre. Pero me gustaría comprobar con hechos todo lo que te estoy diciendo, hagamos como que me mandaste a llamar para enrielarme y descubramos que traman padre e hija.

—Si de verdad me estás diciendo todo esto es porque es cierto—dice acercándose a mí y toma con fuerza mi hombro, esa era la señal de que sí me creía y que fue lo mejor venir aquí, puede que minpadre sea un tipo sin sentimientos, pero el honor y la verdad para él eran primordiales en la vida, a costa de reprimendas y castigos entendí y obviamente que me estuviera tocando y dando ese espaldarazo valía la pena, pero lo que me dijo después me dejó boquiabierto.

» Hijo, te creeré y por lo mismo haré lo que me pides, palabra de O'Connor— volvió a su escritorio y tomó unos documentos que me entregó—. A propósito, te tengo buenas noticias de la hija de tu tío Leonel.

—¿La encontraste?

—No aún, pero tenemos una pista certera de ella. Mira lo que te entregué. El investigador que fue a Chile encontró su rastro y ahora va camino a México siguiendo esa pista.

—Espero y no sea una pista falsa como tantas otras que hemos perseguido, padre.

—Sea lo que sea, se lo prometí a tu madre en su lecho de muerte y cumpliré con mi promesa.

—Lo sé y te entiendo, pero llevamos tantos años buscándola y hasta ahora todas las pistas llevan a nada—digo, un tanto apesadumbrado.

—No cesaré de hacerlo hasta mi último aliento, se lo debo a Stella y a Leonel.

—Está bien, te apoyaré.

—Ahora, me explicas ¿cómo vas a comprobar lo que me has dicho de Erin?

—No te preocupes, papá. Yo veré eso— me levanté de la silla para salir de este lugar, aún me asfixiaba estar en él, después de tantos años, pero me detuvo con sus palabras.

—Hay otro tema que quiero hablar contigo—dice serio y en mi interior pienso ¿otro más?

—¿De qué se trata?— me acomodé nuevamente y lo miré cauteloso.

—He decidido expandir la constructora y en unos meses más viajaré a Nueva York, ya he hecho algunos contactos con viejos conocidos y espero que todo funcione.

—Si es lo que deseas, no soy quién para negarme. Es tu empresa.

—Nuestra, es de la familia. Cuando la creamos con Leonel y Stella era nuestro sueño para dejarlo a nuestros hijos y en este momento creo que es tiempo de dar este gran paso con la expansión.

—Christian será un buen Ceo.

—¿Y tú no lo serías? Eres el mayor y yo pensé que después de tu doctorado…

—No lo sé, papá. Mis ideas son distintas de las tuyas y no creo que esté lo suficientemente preparado para tomar el control de la empresa— o sea lo quiero, pero creo que no es el momento, ni yo me entendía la respuesta. Esto era mi sueño, pero había algo que me hacía acobardar y no creo que sea el tema de Erin.

—Piénsalo bien, ya lo hemos hablado con Christian y él está de acuerdo.

—Pues, gracias por informarle al que más le complica primero—digo en tono molesto—. Mira, papá. En estos momentos no quiero decirte nada que tenga que ver con la empresa. Déjame solucionar mi tema con Erin y su padre y después veremos, padre.

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