Salí casi corriendo del salón en el club de mi amigo Russell, es que ese te deseo me está carcomiendo hasta los tuétanos.
-¡Puta madre!- comienzo a buscar mi teléfono para pedir un Uber y no lo encuentro por ninguna parte, choco mi cabeza con la pared y ahí me doy cuenta que el maldito aparato se me quedó en la mesa. Devuelvo mis pasos al segundo piso y cuando estoy entrando al salón donde estaba mi amigo y su fiestecita, una imagen casi digna de Miguel Ángel me deja tieso, literal, de las dos cabezas a los pies. La peligrosa pelirroja, alias la diosa de fuego ardiente, tiene entre sus piernas a un chica, que le come el coño como si fuera el más delicioso manjar. Veo como la diosa se retuerce como si fuera una víbora de cascabel ante los ataques de esa chica y m****a, mi miembro vuelve a estar en posición firme y comienza a doler como si lo estuvieran destrozando, siento mi respiración entrecortada, el sudor caer por mi frente y la cabeza de mi miembro intentado romper mis pantalones. Me relamo los labios y muerdo el inferior hasta sentir el sabor metálico de mi sangre, tenía que dejar de mirar ese espectáculo, quería hacerlo, pero el morbo y las ganas de ser yo quién le comiera el coño eran demasiadas. «¿Qué mierdas pasa contigo, O'Connor?» No tengo la más mínima idea. «¿Desde cuándo una mujer te calienta a este nivel?» Nunca, es la primera vez, ¡Esta cosa tiene vida propia! «Es mejor que huyas, O'Connor o ¿quieres que te vea así?» ¡Ni loco! Paso por entre medio de todos y ver como a mi amigo... ¡¿Se lo están follando por atrás?! Dios, estoy un tris de vomitar. Esto no es nada bueno, estoy empezando a sentir náuseas, Jamás pensé ver a mi amigo, un hombre de familia, con hijos pequeños que se lo estén fileteado por el chiquito, Iugh. Como pude, tomé mi celular y Salí sin que nadie lo notara, salvo por esa chica que se comía el coño de mi, ¿qué digo? De la tal Queen, esa chica me mira con morbo, como sabiendo que ella está haciendo lo que yo quería y me odio por ser tan notorio. Dí la última vista al lugar y Queen estallaba en un orgasmo que la hacía serpentear y moverse, mientras gritaba extasiada. Volví a correr escaleras abajo y salí a la calle, necesitaba respirar, todo esto había sido. -¡Uff, Necesito una ducha fría y un café irlandés, esto ha sido la cuota de mi vida entera! Respiro dando fuertes bocanadas de aire, siento que el corazón se me saldrá por la boca y que mi pene romperá mis pantalones. -¡Cómo duele, m****a! Detuve un taxi y me subí, a duras penas, porque el dolor de mis bolas era realmente insoportable. ¿Esto era lo que se sentía cuándo querías tener sexo con alguien? ¿Esto era lo que provocaba que te calienten hasta las venas? ¿Cómo m****a lo hacían para quitarse el dolor? O sea, sí sé, me he masturbado, pero como una necesidad fisiológica, casi como ir a cagar o mear, pero jamás, en mis putos treinta, jamás una mujer me había provocado esta tremenda erección y peor aún, este intenso dolor en las bolas y en mi miembro. Como pude me acomodé en el asiento y le di mi dirección al chofer, el tipo debe haber pensado que era un depravado, por como me movía pues no aguantaba el dolor, comencé a frotar mi mano por encima de mi pantalón, pensando que así me iba a aliviar, pero nada, mi pene se volvió a inflamar y el dolor era peor. Cuando llegamos a mi edificio, pagué raudamente y me adentré en el ascensor, respiraba hondo y apretaba mis piernas, de verdad que no sabía que hacer. Entré al departamento, escuché a mi hermano preguntar por qué había llegado tan temprano, pero no tenía tiempo de nada, necesitaba hacer algo urgente. Entré en mi habitación y corrí al baño, sin mediar nada bajé mis pantalones y el boxer me puse frente a la taza del váter y comencé a masajear mi miembro, subía y bajaba como loco, pero solo dolía más, me volví a morder el labio, cerré los ojos y ahí la vi. Ella la diosa, la reina, la víbora de cascabel, mi musa inspiradora de la mejor paja que me he dado en la vida, porque de solo imaginarla y evocarla en el club teniendo un orgasmo, hizo que mi miembro explotara en mis manos y los estertores posteriores al orgasmo me dejaron casi tirado en el suelo. -Maldita Queen, ¿Qué m****a me has hecho? - Grité rabioso, mientras limpiaba el desastre. Luego de solucionar, en parte, mi tema me metí a la ducha, cerré los ojos y la volví a ver, su cuerpo, dios es que era la imagen perfecta del veneno y nuevamente me sentí caliente. Tomé mi miembro y volví a masturbarme, necesitaba sacar todo lo que tenía dentro por culpa de esa mujer. Volví a sentir mi cuerpo temblar y me dejé llevar por un nuevo orgasmo. Cansado por todo lo que había pasado me envolví en la toalla y acosté en mi cama, no supe en qué momento me dormí, pero la volví a tener entre mis sueños.