Sex0, sex0, sex0 y más Sex0...
Salí casi corriendo del salón en el club de mi amigo Russell, es que ese te deseo me está carcomiendo hasta los tuétanos.
-¡Puta madre!- comienzo a buscar mi teléfono para pedir un Uber y no lo encuentro por ninguna parte, choco mi cabeza con la pared y ahí me doy cuenta que el maldito aparato se me quedó en la mesa. Devuelvo mis pasos al segundo piso y cuando estoy entrando al salón donde estaba mi amigo y su fiestecita, una imagen casi digna de Miguel Ángel me deja tieso, literal, de las dos cabezas a los pies.
La peligrosa pelirroja, alias la diosa de fuego ardiente, tiene entre sus piernas a un chica, que le come el coño como si fuera el más delicioso manjar. Veo como la diosa se retuerce como si fuera una víbora de cascabel ante los ataques de esa chica y mierda, mi miembro vuelve a estar en posición firme y comienza a doler como si lo estuvieran destrozando, siento mi respiración entrecortada, el sudor caer por mi frente y la cabeza de mi miembro intentado romper mis pantalone