Mi reencuentro con ella no era para nada lo esperado, me encontraba tomando un café en su cafetería favorita, esa que le encantaba y a la que jamás pude traerla.
La campanilla de la puerta indicaba que llegaba un nuevo cliente e, involuntariamente, levanté mi vista y ahí estaba ella, hermosa como siempre, con su cabello nuevamente en ese tono lavanda que afinaba sus rasgos y vesrida sencilla con unos jeans y una camisa ceñida al cuerpo.
Venía contenta de la mano de ese imbécil con el que la vi la última noche y mi rabia volvió a renacer, creía que ya la había olvidado, pero ni el tiempo ni la distancia que puse entre nosotros lo logró.
-Savannah...- dije al verla pasar por mi lado sin que me reconociera o eso quisiera hacer creer. Ella dio un respingo y me miró con cara de pocos amigos.
-Señor O'Connor, tanto tiempo sin verlo- dice sin un ápice de sentimiento y mi corazón se vuelve a destruir, pero lo que más me dolió fue ver su vientre abultado y el anillo que llevaba en su dedo anul