SABRINA
El pobre hombre se sentía angustiado, mientras que en el hall del edificio nos encontrábamos los tres: el conserje, Jason y yo, barajando las posibilidades que tenía.
—Esperaré a que Alina regrese y me quedaré en su piso, no se preocupe —respondí para calmar las aguas.
—El departamento de la señorita Alina se encuentra igual que el de usted; creo que fue a pasar un tiempo en casa de su hermano.
Bufé exasperada, viendo la única opción de ir a un hotel.
Bajo ningún motivo iría a casa de papá… no estaba lista para enfrentarlo sin reprocharle lo que pasó.
—Te llevaré a un hotel, tranquila —intervino Jason y sin salida, acepté.
Para mi sorpresa, él también se hospedó allí, con la excusa de estar agotado y que prefería descansar de una vez.
Al día siguiente, insistió en que desayunáramos juntos para luego llevarme a casa.
—No sé qué pretendes, pero te advierto que pierdes tu tiempo, Jason —dije con sorna, mientras ambos caminábamos desde su camioneta hasta la entrada del edificio do