PIERO
Luego de haber almorzado con Sabrina y de que ella se hubiera marchado al apartamento, conduje hasta casa de Lucio para que me dijera de una maldita vez que había pasado.
Eran prácticamente las seis de la tarde, y en menos de dos horas se llevaría a cabo la cena que ofrecería en su casa. El lugar estaba atestado de empleados que iban y venían por órdenes de la madre de Lucio, a quien saludé con un beso en la mejilla y me indicó que su hijo se encontraba en el jardín con su prometida.
Caminé apresurado hasta dar con ellos.
—Lucio, necesito que hablemos —dije de inmediato y Alison sonrió feliz—. Hola, Alison; espero que hayas amanecido muy bien luego de tu despedida de soltera —lancé con ironía y no se echó para atrás.
—Por supuesto que sí, aunque no mejor que tú. ¿Cómo está Sabrina? —dijo sugerente y negué con la cabeza.
—Podría estar mejor… —Me mordí la lengua para no decirle nada mordaz. Después de todo, se trataba de la hermana de Sabrina y la futura esposa de Lucio—. Necesito