“¿Señorita?”, saludó ella, levantando la vista con sorpresa por mi aparición. “¿Está todo bien?”.
Pero hablar con alguien de ello todavía era lo último que quería en ese momento.
“¿Puedes ir a recoger mi bolsa y mi daga del gimnasio en algún momento de hoy, por favor? Me fui con prisa y parece que