44. Dime lo que quieres y yo te lo daré
Jason
Hanna va caminando a mi lado cuando nos bajamos del avión y aunque las cosas se habían puesto calientes y divertidas hace solo un momento, nada más bastó que pusiéramos un pie en tierras londinenses para que todo en la postura de la rubia cambiara.
Puedo sentir su angustia y la tensión que irradia de ella, como si todo su cuerpo estuviera preparado para recibir un ataque y me jode. Me hierve la sangre solo de pensar que el simple hecho de estar en esta m*****a ciudad pueda alterarla de tal forma.
Por lo que decido intervenir y hacer que se relaje.
—Gatita, ¿estás lista para las vacaciones?
Ella mira en mi dirección y ver como entrecierra sus lindos ojos, como si no confiara del todo en la inocencia de mis palabras, hace que la sonrisa en mis labios se haga más grande, porque eso solo me dice que ya me conoce lo suficiente.
—Me da miedo contestar a esa pregunta —me dice y yo solo puedo reír, viendo como la esquina de sus labios también se levanta— Pero solo por curiosidad, ¿