El punto de vista de Gabriela
Escapamos.
Fuimos al ático que él compró para nosotros.
Nos tumbamos en la cama, abrazados, mientras veíamos cómo se oscurecía el cielo y aparecía la luna. Las luces de la ciudad eran preciosas, y estábamos en la cama como si no hubiéramos tenido ningún malentendido unas semanas antes. Todo sucedió muy rápido, solucionamos nuestro problema más rápido de lo que pensaba, y estoy feliz por ello.
Alejandro me cepillaba el pelo y yo me sentía segura en sus brazos. Levanté la vista y vi que estaba paseándose de un lado a otro, como si estuviera pensando en algo.
«¿En qué piensas?», le pregunté, presionándome contra él.
Me miró y sonrió: «Solo estoy pensando en algo».
Me levanté y le respondí: «¿Es sobre mi madre? Si te preocupaba mi madre y el niño que lleva en su vientre, nunca volveré a hacerle daño y seré una hermana estupenda para mi futuro hermanito...». Se lo prometí, aunque todavía me incomoda el hecho de que mi madre esté embarazada de su hijo.
¿Cómo p