El punto de vista de Gabriela
«Tiene una cita con el Sr. González mañana por la tarde, señor. Dijo que su secretaria le confirmará la hora mañana por la mañana».
Alejandro se recostó en su silla: «¿Por la tarde?».
Asentí con la cabeza, sin apartar la vista de la mesa. «Sí, señor».
«Tengo programada una visita al orfanato que apadrino», respondió.
«¿Quiere que la cambie para el día siguiente?», le pregunté.
«Claro. Dígale a la secretaria del Sr. González que la reunión se pospone hasta pasado mañana», afirmó.
Anoté los cambios en su agenda antes de volverme hacia él y me sorprendió verlo mirándome fijamente. Miré detrás de mí, por si acaso él veía algo que yo no veía.
«¿Qué está mirando, señor?».
Él sonrió con firmeza y respondió: «Es que todavía no puedo procesar que trabajes para mí».
Puse los ojos en blanco porque sabía adónde iba a parar la conversación. «¿Tengo que repetirlo otra vez? Solo lo hago por mi madre, no por usted. Puede que acepte olvidar lo que nos pasó, pero eso no si