Luna estaba alterada, finalmente había llegado el momento para desahogarse y lo estaba aprovechando.
—Yo no jugué con tus sentimientos, pequeña. Bueno, al principio sí, pero luego me enamoré de ti y ya no pude con ello, y por eso es que te dije todas esas cosas que en realidad solo salieron de mi boca, más no de mi corazón.
—Nada de eso me importa. Quiero renunciar, nunca más en mi vida quiero volver a estar cerca de ti.
—Te recuerdo que si renuncias, deberás pagar una pequeña cantidad de dinero, eso te pasa por no haber revisado minuciosamente el contrato que mi colaborador te extendió al momento de contratarte oficialmente.
—Eso es lo que tú dices, pero estoy segura de que si hablo con el dueño de la empresa, él me sabrá entender y aceptará mi renuncia sin peros.
—No lo va a aceptar, de eso estoy muy seguro.
Se burló.
—¿Por qué? ¿Acaso tú irás de sapo a pedirle que no lo haga? Déjame decirte que te pondré en mal delante de él, y haré que te echen de patitas a la calle por ser un eng