Los días pasaban y Mardeli continuaba yendo al apartamento de su vecino con la excusa de que quería aprender a cocinar.
No había vuelto a recibir mensajes amenazantes como aquel, pero aun así tenía miedo.
David le ha puesto un alto cada vez que ella se le insinúa, pero ella no descansará hasta hacerlo caer y destruirlo por completo.
Es último día de la promesa. Al salir de la universidad le entregó un detalle, diciendo que era su premio por haber aprendido a cocinar en el poco tiempo que se dignó a que le enseñara.
Ella muy emocionada lo abrió frente a él, era un oso de peluche, pero con un gorro simulando ser un chef.
Realmente le encantó, no lo podía negar.
—También te he preparado una sorpresa.
Dijo ella.
Él frunció el ceño.
—No deberías, solo soy tu empleado.
Le recordó con amargura.
Ella hizo caso omiso. Entró en su apartamento y se preparó para llevar a cabo lo que tanto había planeado.
Cocinó por última vez y fue donde el hombre. Él estaba en bóxer, ya que no esperaba que ella