Al despertar, la chica ya no se encontraba a su lado. David frotó sus ojos, era increíble lo que había acontecido, pero, aún tenía miedo de que la chica malcriada tomara represalias, aunque, fue ella quien inició todo ese desmadre.
No sabía cómo lo trataría ella en el momento que tocara llevarla a la universidad. Pues, anteriormente ella había mencionado que solo era un simple chofer y no tenía derecho a meterse en sus asuntos.
Mientras tanto, Mardeli sonríe en su habitación por haber conseguido lo que quería.
—¡Buenos días, chofer! —saludó ella con indiferencia. —Pasemos de primero por una farmacia, ya sabes lo que necesito—. Dijo, refiriéndose a la pastilla de emergencia.
David asintió con la cabeza. Se sintió como un idiota al descubrir que había sido utilizado por una chiquilla que no podía ni limpiarse los mocos por sí sola.
—Mardeli…
—Señorita para ti.
Le aclaró.
—Lo que pasó anoche…
—Eso fue un error sin importancia, no lo vuelvas a mencionar.
Él tragó saliva con dificultad.
—N