Sebastian
Mi cerebro sigue procesando la noticia mientras mi cuerpo actúa de forma automática. Mis piernas me conducen al armario, mis manos alcanzan un juego de jeans, una camiseta y un par de zapatos. Y sin darme cuenta, estoy vestido, bajando las escaleras y buscando las llaves de uno de mis autos en un cajón de la cocina.
Al llegar al garaje, sin estar seguro a cuál de mis seis autos le pertenecen las llaves que sostengo en mis manos, presiono el botón de desbloqueo y las luces del BMW negro cobran vida. Corro hacia él y ocupo el puesto de piloto. Tal vez no debería conducir, tomando en consideración mi estado mental y el temblor en mis manos, pero no tengo tiempo de llamar al chofer. Además, son más de las once, él debe estar dormido.
¡Mierda! Debo avisarle a alguien que saldré. Si Serena se despierta en medio de la noche, algo que no hace a menudo, pero es una posibilidad, debería haber alguien que esté con ella.
Me bajo del auto y corro al interior de la casa para poner al tant