Capítulo XXXXI

Con desesperación comenzó a buscar entre los arbustos o en la pequeña casa qué Eizan había enviado a construir tan solo para Alice. Aunque en su interior todo parecía desmoronarse intentaba conservar la calma con el pensamiento de que tal vez estaba jugando a las escondidas, no era la primera vez que se ocultaba por varios minutos mientras intentaba que ella la buscara, conservaba esa chispa en su interior de esperanza, de ver a su hija salir con una pequeña risa. Aunque era consciente de que algo en su interior le gritaba con todas sus fuerzas que había algo mal.

—¡Alice esto ya no es divertido! ¡Ven conmigo por favor!—Al final le suplica rompiendo en llanto pero tan solo él es la única respuesta que recibe. Es el momento exacto en el que acepta que no se trata de ningún juego por parte de su pequeña sino que algo realmente malo le ha sucedido.

Cualquier rastro de calma o tranquilidad se esfumó en cuestión de segundos al mismo tiempo que algo en su interior parecía volverse pedazos,
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