Capítulo XXXXII

Después de algunos segundos logró recobrar la fuerza necesaria para ingresar al interior, encontrarse en un lugar de ese tipo la hizo recordar un centenar de cosas. Se sintió la mujer más estúpida de encontrarse en ese sitio aun cuando su hija la necesitaba más que nunca.

— El hombre que usted busca fue liberado ayer por la tarde señorita.— Las palabras resuenan en la mente de la pelirroja sin poderlo creer. Se rostro palidece y todo comienza a dar vueltas en su entorno sabía que eso ya no se trataba de una coincidencia nada más.

— Debe… Debe haber algún error.—Intenta encontrar la excusa perfecta para no aceptar lo que en el fondo sabe.

— No existe ninguno señorita. Ese hombre fue liberado ayer, al parecer pudieron pagar su fianza aunque no fue una suma cualquiera.— Le explica con suma tranquilidad al mismo tiempo que le muestra la pantalla del monitor dónde puede verse una clase de expediente virtual de Alexander.

No es capaz de agradecer y simplemente se marcha sin mirar atrás sint
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