-Lo siento, pero no puedo darles esa información- exclamó la empleada administrativa que estaba atendiendo a Emilia y a Adrian en las oficinas de familia y adopciones.
-¿Cómo qué no? ¡Necesitamos saber si nuestra niña se encuentra en buenas manos! ¡No nos deja tranquilos si no nos dice a donde la llevaron!- exclamó Adrian, que ya había perdido la paciencia hace mucho tiempo.
-Señor, le pido que por favor se calme- exclamó la mujer.
“Si alguien más me pide que me calme voy a gritar” Pensó a sus adentros.
Apretó con fuerza las muelas y se aferró a su pantalón casi rompiéndolo, tratando de contener sus ganas de romper todo el establecimiento con todos esos inoperantes dentro.
-Disculpe señorita, pero estamos desesperados- comenzó a decir la azabache, hablando por Adrian- Si no nos puede decir donde está la niña, por lo menos díganos qué podemos hacer para recuperarla.- suplicó.
La mujer miró con lástima a la pareja. Ante sus ojos parecían unos padres normales, que realmente amaban a la n