Daniel cumplió.
Si llegó antes del trabajo para sorpresa de Emilia, quien se encontraba merendando junto con Noah cuando su esposo entró a la cocina.
-Hola familia- exclamó más sonriente que nunca. Besando en los labios a una estupefacta Emilia y besando a su niño en la cabeza.
-Si pudiste salir antes- recalcó la azabache.
-Te lo prometí ¿o no?- exclamó sonriente, haciendo sonreír a joven.
-Bueno supongo que si tú estás aquí puedo tomar un baño relajante mientras cuidas a Noah- dijo emocionada de por fin tener un momento a solas de autocuidado como hace mucho no lo hacía. Las bombas para la bañera, las velas aromáticas y sus cremas de reparación la esperaban en el estante juntando polvo.
-Pues claro que sí cariño, tú ve y relájate mientras nos divertimos con Noah, ¿No campeón?
El niño no contestó, como siempre, aunque si hubiese podido hablar tampoco hubiese dicho nada.
Emilia asintió con la cabeza y se levantó de la mesa.
-También puedes lavar los platos ya que estás- exclamó aprovec