-No me digas que te olvidaste de mí.
-Jamás podría.
Adrian estaba hipnotizado por esa mirada que lo hechizaba de una manera oscura.
La mujer curvó hacia arriba sus labios pintados de rojo y se levantó de su asiento caminando en un vaivén de caderas hasta su petrificado ex novio.
Se paró en frente de él, se levantó en puntas de pie y besó su mejilla muy cerca de sus labios, justamente en la comisura, de una manera muy peligrosa y dejando el rouge carmesí en la piel bronceada del joven CEO.
El beso fue como fuego para el joven, quien volvió a la realidad y sintió su cuerpo arder por esa fuerte presencia, deseando que no se notara. Se movió incómodo en su lugar, pasando su peso de un pie al otro.
-No entiendo- comenzó a decir, aun confundido por la presencia fantasmal de Victoria en su vida, luego de tantos años sin saber nada de ella.
-¿Qué no entiendes? ¿No puede una chica extrañar a su primer amor y venir a visitarlo?- exclamó fingiendo estar ofendida.
-Es que… ¿Realmente es verdad? ¿