75. Dejarte atada, es tentador.
Jeremy no podía ser tierno, tampoco podía desatarla, no por el momento cuando lo que pretendía es que le quedara claro que no podía dejarlo, que jamás le iba a permitir abandonarlo.
Ella gimió cuando sus cuerpos empezaron esa danza, no había delicadeza en Jeremy y realmente no la deseaba, lo único que quería ella era sentirlo de la manera más cruda que pudiera existir.
— Y estoy seguro de que en el fondo te excita que no te deje tocarme — bajó a morder su pecho izquierdo y luego lamió hasta llegar al pezón, duro, deseoso de ser tocado, como si apuntará en dirección a su boca.— Que impida tu movimiento y lo frustre mientras despierto tu cuerpo.
Jeremy le mordió el pezón apretando levemente sin llegar a herirla, aunque si provocando un poco de dolor y tiró de él hasta escucharla gemir de nuevo, quería escucharla eternamente.
—Si, si maldita sea, no puedo dejar de humedecerme, ante mi deseo frustrado de tocarte— reconoció ella, apretando sus paredes internas.
Eso hizo que su esposo gimie