—No ha sido un camino fácil —continuó ella, con una seriedad que venía desde muy dentro—. Y entiendo que hayas pensado que buscaría un hombre adinerado para acomodarme otra vez. Admito que, en aquel entonces yo misma creía que eso era lo mejor para mí, pero descubrí que hay una satisfacción incomparable en conseguir las cosas por uno mismo. En esforzarse y ver resultados. Me hizo sentir viva de una forma que nunca había experimentado antes.

Hizo una pausa y bajó ligeramente la mirada.

—Por eso te confieso que… tampoco he vuelto a tener pareja desde que nos separamos. He estado concentrada en mis proyectos, en construir una vida con mis propios méritos. No hubo espacio para alguien más.

De pronto, alzó la vista, en lo que sus ojos se encontraron por un momento, y ninguno de los dos dijo nada. Fue un instante de reconocimiento. Habían cambiado, sí, pero algo esencial dentro de cada uno permanecía, y eso los había llevado hasta ese sofá, en ese preciso momento, compartiendo una taza de ca