Katherine escuchó cada palabra que Royal le estaba diciendo sin reservarse nada. Cuando él terminó, ella se armó de valor para encararlo.
—No voy a renunciar a mi hija —declaró—. Ella es parte de mí, y aunque he estado ausente, no es demasiado tarde para recuperar lo que hemos perdido. Coral puede conocerme, entender por qué me fui, y con el tiempo, amarme. Con paciencia, podemos construir la relación de madre e hija que no tuvimos.
—Eso nunca sucederá. No pudiste ser su madre porque tú misma elegiste no serlo —replicó.
—Tenía mis razones. Ahora estoy aquí para luchar por Coral y por lo que queda de mi familia. No me rendiré fácilmente, Royal, aunque intentes alejarme.
Con esas palabras, Katherine se giró y salió de la oficina. Antes de irse completamente, se detuvo y miró a Kisa que estaba sentada en el escritorio de Royal. Con una mirada de desdén, se acercó.
—Te dejaré algo en claro —articuló—. No solo he venido por mi hija, también por Royal y nuestro hogar. Así que prepárate, por