Los dos agradecieron el recibimiento y los dos se marchan, cuando suben al segundo piso, Charlotte sigue a Curthwulf deseando que le diga donde va a quedarse a descansar, pero, Curthwulf camina directamente a su habitación, por lo que, Charlotte se detiene en el umbral de la puerta al reconocerla.
— ¿Qué sucede?
— ¿Por qué estamos en su habitación? ¿Aquí es donde dormiré o debo buscar una por mi cuenta?
— Bueno, puedes dormir aquí, por eso, te he traído a este lugar — dice Curthwulf.
— Pero, esta es tu habitación.
— ¿Por qué tan segura?
— A usted le gusta mucho el color negro y plateado. En todas las habitaciones que he visto de usted, siempre esta esa decoración, una que es bastante distinta a la mansión que solo tiene colores como el oro y el blanco.
— Que observadora. — dice Curthwulf sonriendo.
— En fin, ¿Dónde voy a dormir, señor Holftmann?
— Si sigues llamándome así, Charlotte, voy a tener que darte unas buenas nalgadas — le advierte y Charlotte se cruza de brazos con una mirada