Charlotte y Curthwulf llegaron a Inglaterra sonriendo. La felicidad de regresar a su tierra, era una sensación agradable para ambos. Por lo que, ignorando la conversación que tienen pendiente, bajan del avión sonriendo y respirando profundo el aire inglés.
— Jamás pensé que volvería — susurra Charlotte.
— Volverías. Yo me iba a encargar de ello, pero si ibas a volver. — susurra Curthwulf mientras suben al auto
— Gracias por regresarme a salvo.
— Si tú no volvías, yo tampoco podría hacerlo, ¿no notas que antes de siquiera nacer, ya estaba destinada a mí? Morir no era algo que podría permitirlo — confiesa Curthwulf y Charlotte se sonroja.
— Señor Holftmann, no debería decir eso.
— No me llames señor Holftmann, hemos avanzado lo suficiente para que sigas llamándome con tanto respeto.
— Pero, señor…
— Si no te gustaría llamarme por mi nombre, llámame, cariño o esposo.
— No somos esposos — le recuerda Charlotte.
— Eso puede cambiar ahora mismo, si lo deseas. — dice Curthwulf de inmediato y