Sus besos, me hacían sentir en casa y por eso, me importaba poco todo el enredo en el que hemos estado las ultimas s emanas, lo necesitaba y no hablo solo de lo sexual, sino del momento intimo antes y después de este.
Donde olvidamos todo por la ansiedad de tener sexo y por ello, nos damos todo el estímulo que queremos y después de este, por estar saciados sexualmente y, aun así, buscar la plenitud abrazados.
Eso era lo que necesitaba y estaba por tenerlo, lo sabía porque cuando me levantó y enrollé mis piernas en su cintura, pude sentir la dureza que siempre tenía cuando estaba cerca de mí y que solo yo podía calmar.
Sin importarnos donde estábamos, entramos a una de las habitaciones y cuando nos desvestimos y yo lleve mis manos a sus brazos, él se alejó, recordándome que en su hombro e inicio del brazo, tenía sangre, al igual que en su cabeza, cerca de su oreja.
— No. No podemos.
— Tienes razón, no podemos hacerlo así. vamos a curarte.
— No puedes tocar mi sangre. Yo no puedo permit