Narrado por Sara Brown
Fui una visionaria desde pequeña, ese pensamiento lo tengo más que confirmado con la situación que estoy viviendo con mis dos hijos. ¿Cuál era el pensamiento? Simple: la maternidad era el trabajo más extenuante e impredecible que pudieses tener como mujer alguna vez en tu vida.
De eso, me estoy quejando en este café con Emma y Jesús.
—Se los juro a los dos. Los cree con este cuerpo, los parí a ambos y de mis pechos no se despegaron hasta casi los tres años. ¿Para qué? ¿Para qué no se parecieran en nada a mí? — protesto y después bebo de mi taza.
—Sé que debe ser complicado para ti esto Sara, pero así son los hijos. A nuestra Camila le dio por tocar el piano desde pequeña, y ninguno de los dos tiene ni un gramo de talento musical en su cuerpo — se ríe Emma.
—Tampoco estaba seguro de dejarla ir a ese conservatorio musical, pero si ese es su sueño… ¿No estamos para apoyarlos? — agrega Jesús quitándose algunas migas de galleta del pantalón de su traje.
Tal vez ni de