Dos años después
Supuestamente mi matrimonio con Damián sería algo temporal, algo que no me traería nada bueno, o eso fue lo que pensé al comprometerme con éste. Sin embargo, mírame aquí, después de más de dos años de casada con él, casi tres, seguimos más sólidos de lo que había estado con otra pareja en mi pasado.
Damián era un esposo amoroso, comprensivo y muy sensato. Cada petición que le llegué a hacer, o favor que le pedí, me lo cumplió sin chistar. Me mimaba con constancia no sólo con regalos, sino con gestos, con acciones con su amor. Era por igual, un muy buen papá. Junior estaba creciendo a un ritmo que nos daba miedo a ambos. Aunque así era la vida, los bebés no lo pueden ser por siempre.
La parte positiva es que Junior era un buen niño, creció para ser uno muy tranquilo. Mis papás me asustan con constancia advirtiéndome que en unos años más, nos despidamos de la paz de nuestro hogar. Me asustaban sus chistes, pero honestamente no creía que fuese así. Junior seguía siendo