Narrado por Teodoro Lagos
La incredulidad de que una mujer como Aubrey se haya fijado en mí, se ha ido esfumando con el pasar del tiempo. Pero, lamentablemente, eso también me ha hecho bajar la guardia y con ello, cometer un grave error: espantarla con planes a largo plazo.
Recuerdo y recuerdo el rostro de estupefacción de ella mientras estábamos en su cama, y de verdad, me quiero morir. Sabía que de vergüenza se podía morir, he estado a tan poco de morir de esta en varias ocasiones, sólo que llegué a creer que con todo el progreso que he hecho, sería diferente esta vez.
Parecía que no era así, que debía mantenerme en alerta y consiente de mi posición. Sé que estoy en una terrible posición porque a Amanda no se le ocurre nada con lo que animarme. Hasta tendré que empujarla a que me diga algo más que verme con preocupación.
—¿No se te ocurre algo? Lo que sea, lo haré — propongo.
Ella lo piensa por un rato.
—¿Aubrey cómo es con la bebida? ¿Hay alguna posibilidad de que se le haya olvida