Capítulo IV. Una mate humana.

Isaak.

- “No te quejes Arcel sabes que esto es un mal necesario, como tú, me encantaría pasar este día recorriendo nuestros territorios, con las nuevas camadas, esos estúpidos jovenzuelos necesitan más entrenamiento, se están volviendo muy cómodos últimamente, una lección de su Alfa y de su beta le vendría muy bien. Pero tenemos que cumplir también con la empresa, por ahora va muy bien, y necesitamos hacer estos actos benéficos, para llevarnos bien con la comunidad. Tenemos un papel que representar ante el mundo.”- le dije mediante nuestra conexión, sabía que por la posición de cómo se sentaba en el coche Arcel, sólo podía significar una cosa, no estaba contento.

Había usado la conexión, porque el chofer y los escoltas que nos acompañaban, eran todos lobos, y aunque habláramos bajo, esos malditos tenían un oído muy fino, así que, para estos tratos de amistad, tanto Arcel como yo, siempre usábamos la conexión de Alfa y Beta, una conexión que sólo escuchábamos nosotros. Donde normalmente mi Alfa me transmitía las ordenes que la manada tenía que acatar, o si tenía que decirme algo especifico, normalmente, era para tratarnos como lo que éramos, amigos y hermanos.

Esa relación sólo la llevamos en privado, para el resto de la manada, Arcel era Alfa, recto, incuestionable, fuerte, y justo. Gracias a esto, en los últimos tiempos nuestra manada era la que más había crecido, la más fuerte que se había hecho. La visión del Alfa nos había salvado, habíamos dejado a muchos atrás, para poder sobrevivir, y algunos, como mi padre los tuvimos que arrastrar para que nos siguiera, pero estos sacrificios habían dado sus frutos, W.W. L. Ecologists era el refugio de hechiceras y licántropos, que trabajaban mutuamente para que esto funcionara, y así proteger aquello que nos daba vida. 

Miré a Arcel, su expresión, no había cambiado pese a mis palabras, aunque sabía que desde que llegáramos al evento benéfico, Arcel representaría el papel del perfecto CEO. Mirándolo así comprendía la atracción que ejercía en las lobas jóvenes y viejas de nuestra manada, en la mayoría de las hechiceras jóvenes, e increíblemente en muchas humanas. Aunque esto último era normal, ya que tanto el físico como la personalidad de Arcel era un imán para las hembras de cualquier especie.

No pude evitar sonreír, al mirar a esa máquina de matar, enfundado en ese traje de Dior, que no hacía más que ocultar ese cuerpo musculado, duro y fuerte como una estatua de mármol esculpida por Miguel Ángel, la gente que conocía por primera vez al CEO de W.W.L Ecologists, se sorprendían al principio por su altura, Arcel media, en su forma humana, casi los dos metros. Dos metros de puro musculo, todo ello coordinado, con unos ojos azul oscuro que contrastaba con su pelo rubio oscuro, de mentón recto, y expresión seria e inexpresiva, el Alfa de Roter Mord daba tanto miedo en su forma de lobo, como en su forma humana. Pero al mismo tiempo te hacía sentirte atraído por el aura de poder que despedía por todos sus poros.

- “¿Has acabado ya?, o sigo mirando por la ventana para que me sigas analizando cada expresión o movimiento que hago, ¿sabes qué no voy a huir? ¿verdad? Incordio.”- me respondió usando también la conexión. 

Tanto mi lobo como yo nos sentimos felices, que tu Alfa te tratara como un amigo, para un lobo era más que un reconocimiento.

- “Si es así ¿por qué no sueltas la manilla de la puerta?, parece que quieras saltar en cualquier momento, Alfa.”- sentí como tanto su lobo como el mío se reía.

- “¡Pillado!”- oí que decía el lobo de Arcel.

Un rápido resoplido, acabo, con mis ganas de reír, hasta los escoltas y el chofer se encogieron, eso era algo normal entre lobos, desde que el Alfa, ejercía su liderazgo, el resto nos sometíamos, agachando la cabeza, incluido yo.

- “Eres muy pesado, Isaak, estoy seguro de que la diosa luna te puso en este mundo, para mortificarme.”- esa frase solía soltarla cuando quería rebajar el nivel de tensión entre nosotros, pero yo sabía que no debía sobrepasar esa línea, él era el Alfa y yo su segundo, y por muy amigos que fuéramos, conocía mi lugar, esto siempre había funcionado así, durante siglos y siglos, y era como debía ser. 

Arcel y yo no éramos tan diferentes, ambos vivíamos para lo mismo, el bienestar y la supervivencia de la manada. Me había hecho su beta, cuando mi padre tras el dolor de la pérdida de su Alfa y mi madre quiso convertirse en un lobo solitario, y morir. Ambos tuvimos que arrebatarle el poder, para obligarlo a seguirnos. Fue difícil al principio, para mí era mi padre, y sentía su dolor, y mi lobo seguía considerando, al de mi padre, como familia, a nadie le gusta reconocer que su progenitor ya no es lo que era, el ser fuerte y capaz que te dio la vida. 

Desde hacía años, mi lobo era mucho más grande que el de mi padre, un enorme lobo de pelaje cobre y ojos dorados como el fuego, con una fuerza que rivalizaba con el resto de la manada, excepto uno, Arcel, el Alfa, su lobo negro era algo descomunal, con ojos azul claro te paralizaban de miedo, por no hablar de su fuerza y agilidad, nadie era más rápido que él, incluso imponía entre los propios Alfas.

En cambio, nuestra forma humana, era muy similar, en altura, yo sólo era unos centímetros, más bajo que él, también yo escondía una musculatura letal, obra de las horas de trabajo que nos obligamos ejercer toda la manada, para ayudar a nuestro lobo a ser más fuerte, más hábil. Finalmente, mi pelo castaño oscuro, y mis ojos castaños claro casi amarillos, completaban el cuadro, de la apariencia de un ser humanos que, bajo su cuerpo, tenía en su interior una fiera, dispuesta a todo por su manda, y su Alfa, incluso morir por ellos.

- “Alfa, Beta, ya hemos llegado.”- nos dijo uno de los escoltas mediante la conexión de la manada.

Arcel volvió a suspirar, antes de colocarse bien los botones de la chaqueta.

Una hora, hacemos el ingreso beneficio y nos vamos. Dentro de una hora y media estamos en nuestro territorio, entrenado a los jóvenes, ni un minuto más.”- eso fue una orden, y nadie dudó que, en una hora y media, estaríamos medio desnudos en la esplanadas de Laurier Wood, dándole una paliza a esos jovenzuelos imberbes que aspiraban a hacerse con un puesto en la jerarquía de la manada.

Nada más salir del coche, sentí que algo pasaba, algo no iba bien, miré a mi Alfa, y vi que a él le ocurría lo mismo.

- “Mate”- dijimos la dos a la vez. 

El resto de los escoltas y los lobos, sonrieron, esos era un gran acontecimiento para la manada, su Alfa y su Beta, había encontrado a sus parejas predestinadas por la Diosa Luna. 

El olor me llegó tenue, pero inconfundible era un olor que se entremezclaba entre rosas floreciendo, y calor del verano. Mi lobo, quería salir de mí para buscarla, mi corazón latía desbocado, notaba como la sangre corría por mis venas.

Comencé a caminar por la gran explanada, entre las mesas, llevado por ese aroma, que anulaba mi juicio, me sudaban las manos, y mi lobo estaba excitado, no paraba quieto dentro de mí, necesitaba llegar hasta ella. A duras penas controlaba que no saliera. Nunca había sentido esto, me habían hablado de cómo era, en realidad hace años que muchos no estaban con su Mate, por la reducción de las manadas, pocos lobos se unían a sus parejas de por vida, solían emparejarse por amor, o por necesidad, encontrar a tu Mate era algo normal, y que ayudaba al fortalecimiento de la manada.  

La sentí moverse cerca del gran árbol que había al final de la gran explanada. Intenté que mi lobo se comunicara con su loba, pero incomprensiblemente no pudo. Pronto la localicé, mucho antes que ella me viera llegar, caminaba alrededor del árbol, sabía que me había detectado, la expresión de ansia de su bella cara lo decía todo, mi lobo la amo mucho antes de verla, pero cuando la vio aulló de alegría, era preciosa, mi cuerpo tembló de anticipación.

- “Reclámala, es mía, es nuestra”- me dijo mi lobo.

No pude más que obedecer, mi cuerpo se movía sólo, la atrapé rápidamente contra el árbol, y nada más tocarla, mi lobo rugió de deseo dentro de mí, olía tan bien.

- “¡Mía, eres mía!”-, la sentí gemir, y quise gruñir, mientras ella temblaba en mis brazos.

Sus ojos eran como bosques profundos, y ahora estaban totalmente abiertos hipnotizados, mientras su pelo de fuego me atraía como un imán, quería hacerla mía en ese momento, me acerqué a su hombro descubierto, fue en ese momento cuando noté otro aroma que despedía bajo ese olor que me anulaba el juicio.

- “¡Eres humana! Joder eres una m*****a humana. No puede ser que mi mate sea una débil humana”- mi mundo se abrió en ese momento, no creía que la Diosa Luna me hubiera hecho esto, yo necesitan a mi lado una loba fuerte, para ayudar a mi manada, y a mi Alfa.

Mi madre fue una loba fuerte y, aun así, murió, ¿Qué podía hacer una simple humana por nosotros?

Justo en ese momento ocurrieron dos cosas, una sentí su dolor en el corazón, como si fuera en el mío, ante mis palabras, pero su expresión exterior era la de una auténtica guerra, es mujer quería sangre, y mi cuerpo y mi lobo la deseo más.

La segunda fue que mi lobo también lo sintió y me gruñía furioso desde dentro, no le gustó que hubiera hecho sufrir nuestro mate, nadie podía dañarle a su pareja predestinada, ya la amaba y por ella mataría a quien fuera, cometiendo un error, que ninguno me perdonaría. Pero, yo aun no estaba dispuesto a aceptar a una humana como mi mate, la manada lo era todo, y esto podía debilitarla.

- “¡Suéltame, o te golpeo!.”- la frase de esa pelirroja, me hizo volviera en mí, y controlando a mi lobo con toda mi voluntad, la miré irónico, sus palabras por estúpido que pareciera me causaron risa.

- “Eso me encantaría verlo sirena de fuego.”- le dije burlón, sin soltarla, la verdad es que no podía hacerlo, aun mi mente se debatía entre soltarla, y hacerla mía allí mismo., mi lobo estaba realmente enfadado conmigo.

Una sonrisa, que me paró el corazón se asomó en sus labios, y las ganas de besarla me agobiaron, sabía que no debía hacerlo, si la besaba estaría perdido, las feromonas que esa mujer generaba, ya me tenía totalmente excitado, tocarla, me hacía casi aullar de placer, si la besaba todo estaba acabado. 

Su reacción me lo puso más difícil, rodeo mi cuello con las manos, y pegó su cuerpo al mío, si no me agachado hacia delante, para acorralarla contra el árbol, apenas me hubiera llegado al pecho, así que me percataba que, esa sirena de fuego, sabia aprovecharía las oportunidades.

Y las aprovecho, cuando yo me encontraba totalmente hipnotizado con esos ojos y esos labios que se acercaban a los míos, mientas mi lobo me paralizaba para besar sus labios, no me di cuenta de lo que verdaderamente pretendía esa bruja de pelo rojo, pero en un segundo lo descubrí, cuando sentí en mi entrepierna un golpe muy fuerte, para ser una humana esa m*****a sabia golpear. Milésimas de segundo un dolor me atravesó entero, mientras mi lobo se reía en mi interior de placer, admirando la personalidad de su mate.

Yo caí doblado al suelo, mi mate había sido la primera mujer, loba o hechicera en golpearme y hacerme arrodillar ante ella, y por un segundo, una milésima de segundo, supe porque la diosa luna me la concedió, era un castigo por ser tan soberbio, pero ese pensamiento fue anulado por el dolor, y la vergüenza al ver llegar a una mujer de pelo color plata con una importante expresión de odio dirigida hacia mí, seguida por un colérico Alfa. Al parecer me había metido en problemas, el Alfa no estaba contento, una voz llego a mi cerebro.

- “Estas muerto Isaak”- esa era la sentencia de un Alfa, y yo comencé a contar mis minutos de vida.

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