Capítulo 2:

Lyra apreto la cara contra sus manos, mientras intentaba sofocar el llanto descomunal que escalaba por su garganta. La habían condenado, toda su existencia habia sido arruinada. Iban a desposarla.

Ella habia gritado, suplicado e implorado a su padre negar la boda, pero el hombre se habia encaprichado con unirla a ese príncipe cruel. El príncipe cruel, asi era conocido Damino fuera de los limites de su territorio.

Un Alfa cruel, despiadado y orgulloso de su propia manada, sin una pizca de conmiseración hacia los demás. Eso le aterraba a Lyra. Si bien, ella sabia que tarde o temprano la acabarían sometiendo a un casamiento sin amor, jamás logro tan siquiera imaginar que su futuro esposo seria el príncipe Damino. Los rumores que existían alrededor de el eran demasiado aterradores y horribles como para ignorarlos.

—Por favor… no quiero casarme con el—suplico una ultima vez Lyra a su madre, quien se encontraba de pie con los brazos cruzados sobre su pecho, dedicándole una mirada severa—. Te lo suplico, madre… déjame unirme a otro hombre, quien sea, pero a quien pueda llegar a querer al menos.

Ella sabia que jamás podría llegar a tenerle ninguna clase de afecto a una persona como Damino. A alguien sin un corazón el cual querer.

Sin embargo, la decisión estaba tomada, y las palabras que dijera Lyra eran simplemente indiferentes.

—La decisión ya esta tomada, Lyra. Junta tus cosas o las recogerán por ti—escupio aquella mujer fría. Su madre era la mejor Alfa que jamás hubiera tenido aquella manada, una reina extremadamente poderosa, dispuesta a hacer lo que fuera necesario por su gente. Pero como madre… bueno, la historia era totalmente diferente.

Lyra habia sido criada por su abuela, una mujer extremadamente amable y cariñosa, quien le habia inculcado los valores de la vida. Ella habia sido feliz hasta el fatidico dia  de su muerte, cuando finalmente todo su mundo se vino abajo. Tras la muerte de su abuelo, ella fue coronada como princesa, y todo se fue al maldito infierno.

Las propuestas de matrimonio no acababan de llegar nunca, todos sus pretendientes eran despreciables seres abominables, sin embargo ninguno de ellos era peor que Damino. Sin lugar a dudas el se habia ganado el titulo de príncipe cruel. Y ahora ella iba a tener que vivir con el… contarle todos sus secretos y volverse uno.

Ante ese pensamiento el terror se apodero de la princesa, mientras recordaba su mas oscuro y prohibido secreto.

—¿Madre… y si el príncipe descubre mi… anomalia?—pregunto la princesa con notable temor, sintiendo un sudor frio recorrer todo su cuerpo.

Si Damino se enteraba de su m*****a deficiencia sin lugar a dudas la asesinaría antes de permitirle meterse en su cama… lo cual era una bendición si lo pensaba bien. Ella jamás habia estado con un hombre como mujer, y lo ultimo que deseaba era pasar su noche con Damino. Era un desastre, su vida se habia convertido en un horrible y caotico desastre.

Pero aun tenia una posibilidad, una loca y lejana posibilidad. Su madre.

Sin embargo, Lyra rápidamente comprendería que apelar al buen juicio de su madre era tan imposible como apelar a su empatia y buen corazón.

—Ese será tu problema, Lyra… busca la forma de ocultarle la verdad… aprende a seducirlo—los labios de aquella frívola mujer se crisparon en lo que se asemejaba a una sonrisa, sin embargo era algo poco menos que aterrador—. Si logras ganar su corazón el no te hará daño.

—¿Ganar su corazón?... el es el príncipe cruel ¿Cómo se supone que voy a ganar su corazón?—pregunto ella con notable desesperación, sintiendo como poco a poco sus opciones se acababan, consumiéndose como la vida de una vela.

Su madre lanzo una mirada al cuarto, probablemente pensando que ventajas tendría ese cuarto para ella una vez que su hija abandonara el lecho materno. No le sorprendio eso, simplemente ya estaba acostumbrada a tener una madre calculadora y ventajosa.

—Todos los hombres tienen un corazón, Lyra… pero es diferente al de las mujeres. Para llegar a un hombre hay que atravesar sus calzoncillos—respondio aquella mujer de mirada verde. Casi gemela a la de ella… casi.

Cuando aquella mujer miraba al mundo, la maldad parecía aflorar en aquellas esmeraldas brillantes, sin embargo, cuando Lyra miraba el mundo era la pureza y el amor lo que allí se asomaba. Tan puro y claro que parecía ser capaz de iluminar la mas basta de las oscuridades.

Lyra escucho las palabras de su madre y se contuvo a si misma, reprimiendo el deseo ferviente por llorar. Ella sabia muy bien que con eso solo conseguiría hacer enojar a su madre, al punto de los golpes.

Sintio asco, desprecio y desesperación; Lyra se sintió atrapada, verdaderamente atrapada, incluso cuando habia pasado toda su vida viviendo de aquella manera, solo esperando el momento en que sus cadenas pasaran a otro amo… y ahora habia llegado el momento.

Pero justo cuando todas sus esperanzas estaban perdidas, ella pensó algo. Una idea tonta, demasiado tonta y extremadamente peligrosa ilumino su mente. Estaba desesperada, y la desesperación, sin lugar a dudas, empujaba a las personas a hacer cosas que en otro momento no se atreverían a hacer.

—Esta bien, madre… como siempre, cumplire con la voluntad de la manada—comenzó a decir Lyra, ahogándose con sus propias palabras, sintiendo asco de si misma—. Me voy a casar con el príncipe Damino.

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Mas tarde:

Una vez que su decisión fue anunciada públicamente, ella no tuvo mas opciones que dejarse arrastrar por la marea de personas. Conforme los segundos pasaban, Lyra comprendio que jamás habia estado en su poder tomar la decisión de casarse o no con Damino, ella simplemente habia sido informada como señal de buena fe, pero todo ya habia sido preparado con demasiada meticulosidad. Absolutamente todo.

Ella simplemente se quedo allí de pie, observando a las personas cargar su ropa de un lado al otro, mientras la colocaban en la parte trasera de una camioneta. Todo habia sido planeado para que saliera esa noche rumbo a las tierras de su tribu enemiga. Lyra se pregunto, con una sonrisa medio torcida ¿Qué habría pasado si ella se hubiera rehusado a casarse?

Lo mas seguro, es que ellos la habrían arrastrado en contra de su voluntad hacia esa misma camioneta para ser entregada a su nuevo dueño. Ese pensamiento, ese único y simple pensamiento, revolvió el estomago de Lyra.

Su vida sin lugar a dudas era un maldito infierno… pero ella no permitiría que las cosas siguieran sucediendo asi sin mas, como por arte de magia. Se habia cansado y ahora iba a pelear por su propia libertad.

Manteniendo la mirada firme al frente del camino, ella aguardo a que todo estuviera listo. Antes de partir pidió permiso para ir sola al baño, el único lugar al que se le permitia ir sin compañía. Nadie se opuso, después de todo, tenia un largo viaje por delante. Sin embargo, de haber comprendido la verdadera intención de Lyra nadie le habría permitido eso.

Unos minutos mas tarde, ella se despedia de sus padres, quienes la saludaban con el mismo entuciasmo que a una pared. Era lógico, al fin y al cabo, ella no era mas que un bien comercial para ellos. Aun asi, por mas crueles y fríos que fueran, Lyra no pudo evitar llorar al despedirse. Si su plan salia bien, jamás volvería a verlos, lo cual le generaba cierto tormento… pero era su vida la que estaba en juego, y ella no dudaría en tomarla.

Luego de despedirse, Lyra simplemente se subio al vehiculo y partio del lugar, rehusándose a dejar que su corazón se agrietara aun mas de lo que ya estaba. Ella iba a ser fuerte y valiente para enfrentarse todo lo que el destino le deparaba. Necesitaba descansar para prepararse para lo que vendría.

Lyra cerro los ojos, mientras apretaba con fuerza entre sus dedos lo que le concedería su tan ansiada libertad.

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En el bosque:

Amaba la noche, en especial las noches de luna llena. Cualquiera creería que el motivo de eso era por su lado licántropo y por la posibilidad de adoptar la forma de bestia y obtener libertad, pero ese no era el verdadero motivo. Para ser honestos, rara vez cambiaba durante las noches de luna.

Con el correr del tiempo, el habia aprendido a dominar su lobo interior, sometiéndolo totalmente a su voluntad. Lo cual le daba ciertos beneficios, entre ellos el poder contemplar la luna en su máximo esplendor.

Extranaba aquellos bosques, la frescura que recorria el aire y la tierra humeda bajo sus pies. En todos sus viajes alrededor del mundo no habia encontrado otro lugar ni remotamente parecido a ese. Solo Finlandia lograba asemejarse en belleza, pero era muy fría. Ese bosque era cálido, casi tanto como el abrazo de una madre.

Aegan respiro profundamente, aspirando el aroma que el bosque le ofrecia, y permitiendo que este calmara su corazón. Habia vuelto y el motivo de ello no era ni remotamente grato, a la mañana siguiente tendría que volver a ver a Damino, y ese simple pensamiento revolvía su estomago. Aquello seria un baño de sangre, después de todo, era bien conocido que Damino amaba su corona por lo que no la dejaría sin pelear.

El cerro los ojos, alejando lo mas que pundo el pensamiento de lo que ocurriría al dia siguiente, de las condenantes decisiones a las que debería enfrentarse.

—Por favor, luna, dame una señal… guía mi camino—susurró el, observando la luna sobre el, esperando que esta le diera la señal que no le habia dado en toda su existencia.

Sin embargo, en ese preciso instante algo ocurrió. Algo poco usual. Una explosión sonora se escucho en forma de eco a través de los arboles del bosque. El sonido provenia del camino principal.

Aegan sonrio feliz, aceptando aquello como la señal que tanto habia esperado, que tanto habia necesitado. Sin pensarlo dos veces, el príncipe dorado salió corriendo entre los pinos frondosos, buscando la manera mas rápida de llegar a ese lugar. Y asi fue, antes de que tan siquiera pudiera percatarse de lo que estaba ocurriendo, el habia llegado allí.

Pero, nada era lo que esperaba. Aegan ciertamente no sabia que esperar, pero estaba seguro de que no era eso.

Una camioneta averiada, con un neumatico reventado y un morrudo conductor cambiándola. El fruncio el ceño frustrado, aun oculto entre los pinos. Sin embargo, fue en ese mismo instante que se percato de otro aroma… uno mas dulce y embriagador, igual que el bosque en primavera.

En otro momento de su existencia, el habría cambiado a su forma licantropa en ese mismo instante para saltar y devorar al hombre, solo para descargar su enojo en algo. Pero esa noche no lo iba a hacer, esa noche tenia otra presa que perseguir.

Esa noche el iría detrás de la bella chica que corria entre los arboles del bosque, intentando escapar de su destino con gran velocidad, sin saber que en realidad su destino estaba a punto de alcanzarla.

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