El de la editorial echó un vistazo a los poemas de Iker y dijo: «Los miraré y te diré algo, pero creo que son estupendos».
—Cuando puedas, voy a estar aquí varios días y para mí eso ahora es lo menos relevante —dijo Iker mientras sujetaba la mano de Lorena, la cual la apretó como muestra de cariño y apoyo.
—Veo que tienes claro lo que es lo importante y eso dice mucho de ti —le contestó el de la editorial.
Iker se puso a llorar y Lorena con esfuerzo se levantó y le dio un abrazo.
—Eres muy buena conmigo y no me lo merezco —dijo Iker.
—¿Por qué dices eso? —le preguntó Lorena mientras le daba una tierna palmada en la espalda.
—Si yo me hubiera decidido antes y te hubiera buscado no habrías pasado por lo que has pasado —le contestó Iker cabizbajo.
—Iker, eres un amor y no quiero que pienses así. Piensa que si no llegas a estar o estaría muerta o siguiendo con mi pesadilla con Luis —respondió Lorena para tranquilizarle.
La conversa