Aquella mañana, Maddox no solo la hizo suya una sola vez, sino varias veces. Parecía no saciarse nunca.Alana quedó rendida entre sus brazos cuando el sol del mediodía se engalanó en el cielo. Él la cubrió de forma protectora, pegándola a sí para sentir todo su calor.Mientras ella dormía, Maddox pensaba en el futuro, en los lugares a los que podía llevarla para que vivieran sin ningún tipo de acoso y en cómo la protegería de los otros alfas que pudiesen rondarla. Todos esos temas lo angustiaban.—¿En qué piensas? —preguntó la loba acariciándole el pecho.—Pensé que dormías.—No quiero dormir para no perderte de vista —reveló, cubriendo la cintura de él con su brazo.Maddox sonrió con pereza y besó su cabeza.—Me tendrás tanto tiempo junto a ti, que llegará un momento en que te vas a cansar de mi presencia.—Eso nunca pasará —aseguró apretando su agarre. Él aumentó la sonrisa.—Voy a necesitar salir de la habitación para hablar con Kyle.Ella respiró hondo, resignada.—Y yo para habla
Alana fue a la habitación de George encontrándolo acostado en su cama, cubierto hasta la nariz. Keenan veía la televisión con Neris y Logan.—¿Papá? ¿Estás bien?Ella se sentó a su lado y tocó su frente, tenía algo de fiebre.—Me duelen los huesos —se quejó él, adormilado.—Maldición y la medicina que nos dieron los africanos se nos acabó.Apoyó las manos en sus rodillas y entrelazó las manos en una pose pensativa. Necesitaba hallar un doctor que evaluara a su padre.—No te preocupes, hija, estaré bien. Ya me tomé unos analgésicos.—Lo tuyo no se cura con analgésicos. Hablaré con Maddox para que te vea un médico.—Ya me han visto varios en la isla y sabes que nunca encontraron nada.—Lo que pasaba en la isla era provocado —expresó con enfado—. Estoy segura que el alcalde dirigía todo eso para sacar a los granjeros de sus tierras, ya fuera bajo amenaza o por enfermedad.—Quiero volver a Sutton, Alana —expuso el hombre con pesar—. Allá están los restos de mi esposa.La loba se preocupó
Para Alana fue fácil ubicar a Maddox en el hotel porque su vínculo la dirigía. Él también pudo captar su cercanía mucho antes de que ella llegara a la oficina donde estaba reunido con Kyle, así que se alejó del computador donde el lobo le explicaba lo que habían hallado para reunirse con loba junto a la puerta.Ella miró con recelo a los lobos que se encontraban dentro de la oficina y quienes la vieron con curiosidad aunque no le mantuvieron la mirada. Bajaron el rostro con sumisión.Desde que se había unido a Maddox, su energía de hembra alfa había aumentado.—¿Estás bien? —quiso saber él acariciándole el rostro y viéndola con adoración.Le quitó la bufanda del cuello para que todos notaran la marca que le había dejado antes de que esta desapareciera, un signo de orgullo en la raza. Bajó el rostro y dio un beso en la herida que rápido cicatrizaba.—Mi papá está enfermando de forma acelerada.Él apretó el ceño.—¿Le sucede lo mismo que había sufrido en Sutton?—No, antes estuvo aqueja
El mirador de los Tulipanes era un sitio ubicado en las afueras de la ciudad, donde la inmensidad de los campos reinaba. Era posible reunirse a hablar allí sin la preocupación de que alguien estuviese en las cercanías para escucharlos o acecharlos.Como lobos podían vigilar el horizonte divisando a algún enemigo y sorprenderlo antes de que llegara a ellos.—Vaya, te vinculaste —respondió Eric con una sonrisa al ver a su hermano salir del auto y aproximarse a él. Pudo captar el aroma de su unión.Eric también había ido solo y esperaba sentado en la carrocería trasera de su camioneta. Maddox se ubicó a su lado en medio de un suspiro, se quitó los lentes de sol y oteó los alrededores con precaución.—No hay nadie, ya me aseguré de eso —respondió el beta.—¿Cómo están las cosas en la mansión?—Mal. Papá está rodeado de sus alfas secuaces y de los Leblane, es imposible acercarse a él.—¿Ni siquiera tú puedes acercarte?—Siempre dice que está ocupado, que no puede atenderme. Revisé las comu
Maddox se llegó solo a la mansión Prescott. Los miembros de la seguridad lo saludaron con una venia, apartándose para dejarlo entrar.Nadie se interponía en su camino, ninguno de veía con advertencia. Bajaron el rostro con sumisión porque eran capaces de sentir que su energía alfa se había duplicado gracias a su vínculo.Ahora era un alfa en toda regla. Ninguno podía ponerlo en duda. Y uno que se notaba bastante enfadado.Él no preguntó nada, conocía las costumbres de su padre. Se llegó hasta su salón privado donde sabía que se encontraría reunido con los Leblane y con sus socios Klaus, Lucian y Gianfranco.Los guardias de los otros alfas, que el día anterior lo había mirado con irritación y hasta se atrevieron a amenazarlo, ahora se mantenían a una distancia prudencial. Solo lo veían con precaución.Entró sin anunciarse y sin que nadie lo detuviera. Quienes se hallaban dentro se sobresaltaron por su repentina aparición y por la perturbadora energía que irradiaba.—Señores, buenas tar
Luego de mantener la comunicación con Aaron y con el resto de los lobos que formarían parte del ejército que conformaba, Eric regresó a la mansión Prescott.Su abuela Margaret lo abordó en el vestíbulo.—Al fin llegas, hijo.—¿Qué sucede?—Los ánimos están muy caldeados por aquí.—¿Qué pasa? —preguntó ceñudo, hasta ese momento no se había percatado que los guardias de los otros alfas no se hallaban a la vista. ¿Se habrían marchado todos?Margaret se aproximó a él para hablarle de forma confidencial.—Dicen que habrá una revuelta, que la raza peligra.—La raza peligra desde hace mucho tiempo y los líderes actuales, aun sabiendo lo que sucede, no actúan.—Oí que Lucian y Gianfranto se irán a Europa. Dejarán a sus manadas con el mínimo de protección, solo se llevaran a sus lobos y lobas más fuertes.—Cobardes —mascó con la mandíbula prieta.—Klaus es el único que parece dispuesto a lo que sea y acordó con Armand reunirse con los aliados fuera de Maine, y prepararse para una posible batal
Maddox terminaba de organizar con Alana el traslado de George y de los chicos a Augusta. Revisaban a conciencia la ambulancia con ayuda de lobos expertos en mecánica, para verificar que todo estuviese en condiciones.Él desconfiaba de todo y de todos, no quería dejar nada a la suerte. Mucho menos, si su hembra estaba involucrada.—Ya guardé las maletas en los autos. Keenan viajará con Ryan y con Casey —informó Alana al aproximarse a él.Maddox se ubicó cerca de ella y la tomó por el cuello.—Esta noche nos reuniremos en la mansión. Apenas termine de organizar todo por aquí, iré a la capital y durante la madrugada saldremos hacia Sutton.—Te esperaré con ansias —aseguró ella y se aferró a su rostro para bajarlo y así apoderarse de sus labios, en un beso largo y profundo.Maddox la abrazó por la cintura para pegarla a su cuerpo y estuvo a punto de perderse en placer de su boca cuando presintió la presencia de otro alfa en las cercanías. Enseguida detuvo el beso y gruñó como advertencia.
Maddox Prescott era el segundo hijo del macho alfa de su manada. El rebelde, el desordenado, el de carácter difícil y actitud arrogante.«La oveja negra de la familia», le querían endosar algunos, pero él de oveja no tenía nada.Aunque su padre era el alfa y Eric, su hermano mayor, el beta, él era el lobo más peligroso y astuto de su grupo.Al igual que su hermano había heredado la fuerza y el poder de autoridad de su padre, pero, a diferencia de Eric, quien era un sujeto calmado, de mentalidad estratega y calculadora, Maddox había nacido con la fiereza interior de su madre: una hembra alfa altiva, valiente, inteligente y decidida, aunque también, algo impulsiva y despiadada.En la manada Prescott, o lo que quedaba de ella, se le respetaba tanto como a su padre o a su hermano. Tenía sangre alfa corriendo por sus venas, lo demostraba con su mirada oscura y fría y con su postura desafiante.En una manada de lobos tradicional, en tiempos de paz, un lobo con esas características era echad