Capítulo 8. Reclamos. Gildris no está segura de seguir adelante con todo esto, está nerviosa y tiene ciertas dudas, se mordisquea la uña de su pulgar mientras se mueve de un lado al otro. ¿En qué se ha metido? ¿Qué clase de vida tiene Brittaney? ¿Acaso no ama a su esposo? ¿Será que todo es por el dinero? Gildris está inquieta, su corazón no se detiene, intenta calmarse, se sienta en la cama pensando en su madre, a la que llama para saber de ella. C: Estoy bien, mi niña. ¿Tú llegaste bien? ¿Cómo está todo? G: No los he mamado, creo que no debí aceptar este empleo, es muy difícil. C: Calma, mi niña, tú puedes hacerlo, no hay nada que no puedas hacer; ya verás que todo saldrá bien, tú confía en ti. G: Te extraño mucho, mamá. C: Yo a ti, cariño, apenas es el primer día, no puedes rendirte, solo son unas semanas; tú puedes hacerlo. Gildris llora en silencio, sabiendo en el gran problema que se ha metido. Tras cortar la llamada, Gildris se acomoda en el balcón para observa
Capítulo 9. Fuerte discusión. Gildris pasa saliva, no sabe qué responder; ella se queda mirando el documento, pensando en alguna respuesta rápida, ante su intenso silencio. —Los tomé para prestárselos a una amiga. —Responde intentando sonar convincente, ya que eso es lo que Brittney diría. —¿Prestaste 50 mil dólares a una amiga? ¿Sin consultarme primero? —No pensé que te incomodaría tanto. —Ese es el problema contigo, que tú nunca piensas en las consecuencias. No me molesta que tomes el dinero, me molesta que no me consultes, haces lo que te viene en gana y pretendes que yo lo acepte, me pasas por alto en todo. —Golpea la mesa muy enojado, lastimándose la mano lastimada. —¡Demonios! Gildris hace un gesto incómodo, una reacción de temor que él nota y que cambia rápidamente a preocupación, un gesto nuevo de ella. —¿Te has lastimado? —Ella intenta acercarse para revisarlo y él aparta su mano de ella. Gildris no sabe qué decir, esto no lo esperaba. —Lo prestaste, ¿o se
Capítulo 10. Cuidados. Ante sus gritos, rápidamente, Berta aparece corriendo. —Mi señora. —Llama a Raúl, Berta, que venga Raúl. La mujer sale corriendo, mientras Gildris está muy nerviosa; ella lo acomoda sobre la silla, está ardiendo en fiebre, lo que la pone muy ansiosa. —Por favor, por favor, reacciona… —Ella lo acaricia en la mejilla muy nerviosa, hasta que ve a Raúl llegar—. Ayúdame a llevarlo arriba, tenemos que bajarle la fiebre. Berta, trae alcohol, vinagre y compresas, rápido. —Sí señora. Todos se mueven rápidamente, llevando a Bastián a la habitación, donde Raúl lo mete a la bañera; Gildris rápidamente empieza a bañarlo, intentando bajarle la fiebre. Raúl la observa, la dedicación y atención que tiene en cada detalle, como logra que él despierte; es impresionante. Su jefa simplemente hubiera esperado que llegara el doctor o llamaría a una ambulancia, pero esta mujer frente a él toma el toro por los cuernos, algo admirable para Berta y Raúl, que se miran desc
Capítulo 11. Dudas. Al terminar su llamada, Gildris sube a verlo; Bastián ya la había visto venir por las cámaras, y él la espera paciente hasta que la ve entrar a la habitación. —¿Cómo te sientes? —pregunta ella, curiosa, tratando de incorporarse con él. —Mejor, ¿dónde estabas? —pregunta enfocándola visualmente, mientras ella revisa su temperatura. —En el jardín daba un pase —dice sonando sincera—. Voy a prepararte el baño para poder curarte; necesito cambiar la venda. Ella se mueve, dejando su celular en la cama; al verlo, él lo toma, notando su fondo de pantalla. Ella antes tenía una fotografía de ella, siempre una diferente cada día, pero este fondo de las rosas del jardín es inusual, así como el hecho de que su huella no acceda, lo que confirma que algo oculta. —Voy a decirle a… —Gildris se paraliza al verlo con el celular en la mano; él no se intimida, ni lo suelta, espera la reacción de ella, que evidentemente es de incomodidad. —A Raúl que suba a ayudarme a llevarte a l
Capítulo 12. Acercamiento. En silencio, Gildris empieza a ejecutar un intenso masaje; él se queja por momentos: primero su espalda, le hace movimiento a los músculos de sus brazos, todo muy profesional, intentando concentrarse mientras desliza sus manos por su cuerpo, bajando a sus caderas, y continúa con sus piernas, evitando su sexy trasero, que le saca una ligera sonrisa mordaz. Ella nota cómo él simplemente se relaja, mueve sus piernas, levantando lentamente la que tiene el yeso, lo que le causa un poco de dolor. —Respira, no te pongas tenso, solo no pienses, relaja tu mente y tu cuerpo; eso te ayudará a canalizar el dolor. —Él la escucha. Ella se enfoca en la pierna afectada, movimientos lentos, calculados, masajeando suave la zona. Al terminar, ella aprovecha la postura para curar su herida, sale por la sábila y vuelve, tratando la zona que ve muy seca. Ya no sangra y eso la llena de satisfacción. —Muy bien, te voltearé, poco a poco. —Ella se acomoda, subiendo ligeram
Capítulo 13. Pruebas. Ella se retira, sintiendo una presión en su pecho; las palabras de Bastián resuenan en su mente, feroces, agresivas, como si fueran dirigidas hacia ella. Eso la asusta, pues logró ver en sus ojos más que bondad: vio frialdad, rabia, enojo contenido, vio maldad, como si mantuviera sus demonios atados. Brittney quizás lo subestima; este hombre no es nada tanto como ella lo describe. Por un instante se ha sentido como si ella fuera la dicha de un juego malísimo y sucio, en vez de ser la jugadora. * Gildris no logra dormir, ni siquiera se atreve a reunirse con él para la cena, espera que todos estén acostados y va a verlo a su habitación, enviándole las pastillas de las 7 pm con Berta. * Al estar todos dormidos, en medio de la madrugada, ella va a verlo, revisa su temperatura y le coloca sus medias que claramente no pudo ponerse. Volviendo a cubrirlo con la cobija, se mueve buscando sus medicinas de medianoche para dárselas. —Bastián —dice suave, pero él
Capítulo 14. Pasa tiempo. Gildris lo mira incómoda; ella da dos pasos hacia él, cuando el llamado de Bertha los interrumpe. —Señora, el ungüento. Gildris se aleja de Bastián, acercándose a la puerta para recibir el ungüento. —Gracias, Bertha, preparen la comida que les pedí, por favor. —Sí lo señora. Al retirarse Bertha, Gildris deja el ungüento en la mesita y camina al armario a buscar la ropa de Bastián. Este solo la observa en silencio, hasta que ella se aproxima a desvestirlo. Sin más, ella camina llevándolo a la ducha, lo ayuda a entrar en la tina y empieza a bañarlo. Poco a poco, con delicadeza lava perfectamente su cabello, restregando las partes que ella considera accesibles de su cuerpo, dejando las más íntimas a Bastián. Pasándole la esponja en la pierna, Gildris se sonroja intentando no mirarlo al sentir su hombría. Esta tarea de bañarlo es cada vez más difícil, al igual que sacarlo de la tina, ante su cansancio. —Espera, Bastián, me voy a caer… —Gildris s
Capítulo 15. Proceso. Han pasado una tarde diferente; tras cenar, ella cura una vez más su herida y lo ayuda a colocarse el pijama. —Descansa, Bastián. —Tú también, Brittney. Ella sale de la habitación cerrando la puerta y se va a la suya. Tras ducharse y cambiarse, ella sale al balcón, encontrándose con Bastián del otro lado admirando la hermosa noche. Ambos comparten miradas y ella le sonríe ligeramente caminando de vuelta a su habitación. Un día más, y el progreso de Bastián es evidente; eso la llena de satisfacción y una mezcla incómoda de sentimientos, pensando que en cuanto él se recupere, ella deberá marcharse, pero se llevará la satisfacción de que él ya estará mejor. * Al despertar, Gildris hace su rutina, llama a su madre, se entera de que la han sacado al jardín; eso la anima mucho. La recuperación de Carlota es lo que Gildris más anhela. En cuanto a Bastián, ella continúa su día como de costumbre: baño, masajes, ejercicios. Ella lo anima a hacer los ejercicio