Su última presentación sería en la Ópera de la Bastilla, algo diferente al resto de los teatros en los que había cantado porque era relativamente una construcción moderna; lo que le daba un aire relajado y un poco más mundano a las interpretaciones.
Deanna se preparó en su camerino, como siempre. Salió y volvió a encantar a los espectadores con su voz. En la primera fila estaba él para aplaudirla de pie y a un costado del escenario, detrás del telón, su padre para hacer lo mismo.
Daniel siguió las indicaciones de Leonard de pararse junto a la entrada de los músicos y tocó un poco la pequeña caja que llevaba escondida, como queriendo asegurarse de que allí seguía. Estaba nervioso, él estaba nervioso. La puerta se abrió y Reed lo condujo arriba del escenario. Los interpretes salieron a saludar; aplausos, ovaciones y luego era el turno de la Diva.
Y Deanna saludaba y sonreía como siempre lo hacía, agradecía con leves reverencias. Daniel salió de detrás del telón llevando consigo el bouqu