Pero ella estaba determinada a resolver lo que sea que a su pequeño caballero estaba aquejándolo. Se acercó y se sentó a su lado. El niño la miraba y Deanna no podía saber si era con sorpresa o tristeza.
-Tendrás dos hermanas, saltamontes… ¿Sabes? Como Emma; podrán jugar juntos en el patio y divertirse escuchando música –
Pero el niño no le respondía, solo asentía con la cabeza como si nada. Daniel también se acercó, sabía que a su esposa le dolía la indiferencia de Jonathan.
- ¿Qué te parece, hijo? Ambas bebés son saludables, vas a convertirte en hermano mayor –
- Si, papá – Le respondió.
- ¿No te pone feliz? –
Miró el vientre de Deanna y luego sus ojos.
-Si – Le dijo.
Pero su voz era apagada, como si fuese una respuesta automática. Y Deanna no lo soportó más.
-Dime que te sucede, por favor… -Le rogó – Habla conmigo, Jonathan, siempre lo haces. Si algo te molesta podemos arreglarlo… -
Él negó con la cabeza y dio un salto hacia adelante, bajándose del sillón. Pasó junto a su padre y s