Él la sostenía de la mano mientras esperaban su turno para realizar el ultrasonido. Uno de sus pies no dejaba de darle pequeños golpes al piso, haciendo que la rodilla subiera y bajara.
Varias parejas esperaban también, algunas mujeres solas, y los miraban con curiosidad. No dejaba de notárseles esos 15 años de diferencia; sobre todo por las canas cada vez más notables de Daniel. Y, por algún motivo, la cara de Deanna se veía más jovial, más fresca y joven.
-No estés nervioso – Le dijo dándole una pequeña sonrisa.
Solo la miró y le devolvió el gesto. Siempre estaba nervioso por ella y sus hijos, no podía evitarlo. Aunque todo estuviera perfecto y normal, Daniel siempre se preocupaba. Era su manera de ser.
Por fin fue momento de entrar y la especialista los recibió con todo preparado.
- ¿Quieren saber el sexo de sus bebés? – Les preguntó.
-Si –
- Muy bien… Entonces, vamos a chequear primero como están –
Pasó el aparato sobre su vientre a la vez que tomaba medidas y asentía con la cabez