—¡Oh Lisa! Estamos tan emocionados de que simplemente vengas a escuchar nuestra propuesta. Sabemos que has pasado por mucho y por eso agradecemos tanto que nos des un poco de tu tiempo a nosotros— me decía Emilia, totalmente deleitada.
La reunión la habíamos pospuesto lo suficiente. Oliver y yo lo habíamos hablado hasta el cansancio y él no me presionaba. Decía que tenía que decidir lo que era bien para mí, para mi carrera, lo que yo quería.
—Es realmente un placer como siempre estar con ustedes... no solo por el trabajo de Oliver, y todas las veces que nos hemos visto... ustedes saben que yo les aprecio, son personas importantes en mi vida— les confieso y es verdad. Oliver me toma la cintura y me acerca a él con cariño.
Cada vez estos sutiles gestos son lo más común del mundo, cómo si nuestros cuerpos supieran casi inconscientemente los pasos de un baile, y lo siguieran a todo el momento, desde que nos levantamos, hasta que dormimos. Usualmente, me encuentro despierta, acostada m