Había comenzado esta noche con todos mis ánimos, sentía que era mi momento para estar con él, tenía la esperanza de tener siquiera un pequeño espacio en donde pudiéramos hablar y yo pudiera convencerlo.
Nunca había sido de las personas que ruegan por otro chance, porque sean tomados en cuenta, yo creía que si alguien te apreciaba iba a querer estar contigo no importa lo que sea, pero evidentemente es que no era el caso.
Sin embargo, lo que no dicen las palabras lo dice el cuerpo, y yo sentía como suavemente su mano se paseaba por mi cintura y como sus manos parecían desear más y más. Mi cuerpo también reaccionaba completamente a él, aproximándome buscando su contacto, amoldándose a sus suaves caricias.
Mientras yo condimentaba la situación acariciando su cabello, el lóbulo de su oreja, tocando suavemente su rostro a donde la punta de mis dedos podían llegar, yo lo extrañaba terriblemente y creía que tenía que ver poco con sexo y más con la imperiosa necesidad de tenerlos cerca de sa