A diferencia del tranquilo y elegante ritmo de caminata de Peter, Hades derrochaba sobria sensualidad en cada paso que daba.
Mesiendo su cuerpo con el baiben de sus caderas, era capaz de hechizar a cualquier ojo que tuviera el descaro y las agallas de observar al rey de las sombras durante más de diez segundos.
—¿Sabes algo, Lyra?—comenzo a decir Hades aún escoltandola del brazo—, espero y no te moleste que te llame simplemente por tu nombre, me gusta dejar el formalismo para la corte.
—Esta bien, igual no me creía capaz de referirme a usted cómo Rey Hades primero de Meryn, cada vez que quisiera entablar un diálogo—ronroneo Lyra con una sonrisa lupina.
Hades rio profundamente, aquel sonido, similar a un trueno atravesando la noche, perforó el cuerpo de la chica de cabellera dorada, acelerando su corazón de forma instantánea, mientras se deleitaba con el fuerte y cálido tacto del brazo del rey.
—Como le decía, Lyra—continuo hablando Hades, disfrutando con sobrio placer la pronunciación