Capìtulo LXII

Isabel, se fue corriendo directo al auto y se encerró con nuestro hijo, mientras Idara, llamaba a las personas correspondientes, no quería poner a nadie en peligro, menos a mi familia.

―Amor ―esas palabras me produjeron asco, viniendo de quien no corresponde―, ven a ver a nuestro hijo ―su voz estaba llena de sentimientos―, es hermoso ―Luciana tenía los ojos clavados en la manta que cargaba, mi miedo más profundo era que hubiese robado un bebe para hacer todo esto―, estrellita dónde estás…

Comenzó a cantar, mientras yo me mantenía en la puerta de la casa y ella se paseaba como meciendo el bulto.

―Dicen que pueden estar aquí en diez minutos, la idea es no alterarla, distraerla a como dé lugar ―mi morena se puso a mi lado, pero estaba nerviosa al igual que yo―, pero amor, ese bulto que lleva en los brazos es su bebé ―sentí un profundo dolor y un gran vacío en mi interi

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