Kiara estaba completamente dormida, acurrucada en mi costado, sus tetas desnudas presionando contra mis costillas. Después de una sesión completa de… Cardio, llamémoslo así, había terminado durmiéndose.
Su cabeza descansaba sobre mi hombro, su cabello blanco disperso y sus piernas entrelazadas con las mías. Jamás pensé que esto podría llegar a ocurrir. Pensé que ambos viviríamos en habitaciones separadas, sin tocarnos, evitándonos, viviendo a base del rencor y los malos entendidos que nos llevaron a tres años de actuar con resentimiento.
Pero lo logramos resolver… Más o menos. Aún luchaba porque mi mujer se quedará a mi lado, que decidiera no divorciarse y marcharse ante la inconformidad de nuestro matrimonio. Aunque creo que ella no era consciente de que si hacía eso, yo no me quedaría tranquilo, ni de brazos cruzados. Estaba tratando de hacer las cosas bien, de arreglar nuestra fracturada unión, pero si no funcionaba y ella optaba por irse, no se lo permitiría. Me daba igual si