••Narra Kiara••
Decir que casi me desmayé fue poco. ¡Ya que de verdad ocurrió!
Recordaba estar en el laboratorio, frente a una gran aguja antes de que todo se oscureciera. Y cuando volví a la realidad, me encontraba en el suelo, rodeada por los brazos de Alexander, quién tomaba mi rostro con cuidado.
—Kiara, ¿cómo te sientes? —Llevó un frasco de alcohol a mi nariz, provocando que todo el olor inundara mis fosas nasales. Era demasiado fuerte.
Me reincorporé al instante, siendo consciente que me desmayé por ver una aguja. ¡Qué vergüenza!
Muy pocas veces en mi vida me han sacado la sangre, podría contarlas con las manos, ya que Federico no se preocupaba por mantenerme muy saludable que digamos. Pero las escasas ocasiones, nunca habían sido una buena experiencia para mí.
Pensé que lo había superado, que esta vez sería diferente.
—Estoy bien —dije, sintiendo como un escalofrío viajaba por mis huesos.
—¡Y un carajo! —gritó, sin soltar mi brazo, como si en cualquier momento me fuera a