Después de esperarlo durante tantos años, de rogarle al cielo que apareciera para sacarnos a Kiara y a mí de aquella prisión, se viene aparecer ahora frente a mí, como si nada. Después de haberme abandonado, de haberme engañado.
Pude sentir como la rabia se atoraba en mi garganta.
Me volví a sentir como esa ingenua chica de veintiún años que confió en su palabra ciegamente.
Y entonces lo reconocí... Esta habitación de hotel... Es la misma de hace veinticuatro años.
—Cuanto tiempo sin verte, Evelyn —Era la misma voz grave que recordaba—. ¿Por qué lloras? ¿Me tienes miedo?
No era consciente de las lágrimas que se derramaban por mis mejillas hasta que él lo mencionó. Pero no eran lágrimas de miedo, como él creía. Eran de decepción, de tristeza.
—¿Cómo te atreves a aparecerte ante mí después de veinticuatro años? ¿No te da vergüenza? —sollocé, pero no fui capaz de moverme de mi lugar, de despegar la espalda de la pared.
Él frunció el ceño y pude distinguir el enojo en sus