AUDREY
No conseguimos llegar a la cama cuando entramos a la suite, Daniel me pega mi espalda contra la puerta en cuanto pasamos a la habitación. Y sin dejar pasar un segundo más me besa, se me corta el aliento y la respiración se me dificulta a causa de nuestro beso, es profundo y erótico, que despierta todo en mí.
Pasa el pulgar de un lado a otro sobre mi labio inferior cuando se separa un poco, mientras me mira.
Es tan sensual y sus ojos brillan de deseo por mí, solamente por mí. Me empuja hacia atrás, dejando caer sus labios en mi cuello, y mi cabeza cae hacía un lado para darle más libertad a qué haga lo suyo. Mis ojos se cierran por el placer.
Luego de eso me susurra muy cerca de mi oído:
—Necesito meter mi lengua entre tus piernas.
Oh, por Dios. En vez de asustarme, esa revelación suya me calienta y hace que me moje.
—Entonces hazlo —le permito sin una pizca de miedo.
Él se ríe, y es un sonido profundo y sexi. Diablos, como decirle no a este magnífico espécimen.
Está vez su leng