Metí la pata
Arianna entrecerró los ojos. Se giró y miró fijamente a Richard. Este último desvió la mirada. Luego se giró y miró a Jane, quien hizo un puchero y miró a su hijo con desaprobación.
"¿Me invitaste por otra cosa y no solo para compartir un desayuno contigo?", preguntó Arianna, mirando a su madrastra.
"Sí. Pero primero desayunaremos", respondió Jane Delmark, la tomó de la mano y se acercaron juntas a la mesa del comedor.
Durante todo el desayuno, Richard siguió lanzando miradas a Arianna. De repente, preguntó: "Arianna, sabes que nuestro padre no ha estado en casa desde hace días, ¿verdad?".
Arianna soltó los cubiertos y miró a Richard. "Sí, lo sé", respondió ella. Pudo adivinar a dónde se dirigía Richard.
"Y estás pasando tiempo con él sin rogarle que regrese a casa. Mamá está preocupada por papá y a ti no te importa mamá, ¿verdad?", reprendió Richard.
"Al contrario, anoche todavía le hablé a papá de volver a casa. Me dijo que lo pensaría. Pero ¿por qué me culpas de la raz