Marcus dejó la bolsa de hielo a un lado, luego miró a Rubí con una media sonrisa.
—Son solo mil millones. Si fallas, no pasa nada.
Rubí se quedó inmóvil, mirándolo con incredulidad. Estaba completamente desconcertada.
—¿Mil millones...? —repitió en voz baja, como si las palabras le supieran extrañas en la boca.
Lo dijo como si se tratara de cualquier cosa.
—En el banquete de compromiso de Marcia gastaste esa misma cifra en adquirir un hotel —murmuró Rubí con una risa amarga.
—Los hombres ganamos dinero para gastarlo —respondió Marcus con tranquilidad—. Todo lo que tengo es tuyo. ¿Qué importa?
Cuando Rubí salió del estudio, le dio la medicina a Dylan y luego regresó a su habitación. Aunque intentaba distraerse, su mente seguía anclada en lo que se decía de ella en internet. No se sentía del todo afectada, pero aun así, la curiosidad le ganó. Abrió Twiter.
Sin embargo, al ver los comentarios, sintió cómo la rabia le subía a la garganta. Cuanto más leía, más se arrepentía de haberlo hech