—Bueno, bueno… —la voz de Zoey goteaba hielo—. Esto es obra de mamá. Arnold es el topo que enviaron. Han sospechado de mí desde hace mucho tiempo, incluso antes de que apareciera Rubí.
Ella nunca me ha aceptado como su hija. Siempre están en guardia contra mí.
Weston conducía en silencio, escuchando cada palabra. Por dentro se sentía incómodo, casi perturbado.
—Debemos profundizar más —continuó Zoey con voz helada— y enseñarle a Arnold una pequeña lección.
De lo contrario, pensarán que soy fácil de intimidar.
¡Y ahora que Rubí ha vuelto, serán aún menos escrupulosos!
—Sí —respondió Weston, sin quitarse jamás su máscara de serenidad. Su rostro seguía impasible.
Pero un destello glacial cruzó sus ojos.
Tras dudar un instante, añadió:
—Señorita York, puede estar segura de que siempre estaré a su lado. Le seré completamente leal.
—¿Oh? —Zoey levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Weston en el espejo retrovisor. Una sonrisa fina apareció en su rostro—.
Hice que Serena se sacrific