La herida de Zoey se había abierto y el rostro de Rubí seguía hinchado.
Rubí respondió:
—Papá, tengo una cita más tarde. Más tarde compraré un medicamento y lo usaré. La hinchazón bajará.
El médico ya me dio un ungüento para el moretón del hombro.
Zoey debería ir al médico en su lugar.
Tobías asintió.
—Está bien.
Rubí entonces levantó la mirada.
—Papá, tengo otro asunto que discutir contigo.
Tobías hizo una pausa, sorprendido por su tono directo. Ya había hecho una gran concesión y no esperaba que Rubí tuviera algo más que añadir.
Rubí dejó los cubiertos y dijo con firmeza:
—Después de lo de anoche, creo que sería mejor que Zoey, Leonardo y yo viviéramos separados.
Si no me hubiera encontrado con Leonardo ayer, si nos hubiéramos cruzado hoy… nada de esto habría pasado.
Zoey frunció el ceño. Entendió de inmediato lo que Rubí insinuaba.
Tobías vaciló, pero también comprendió. Frunció el ceño.
—¿Quieres decir… que quieres vivir por separado?
Rubí asintió con calma.
—Hay varios edificios