Los días estaban siendo fantásticos para Vidar, ver el sufrimiento de quien lo rechazó es justicia divina para él, pues la está haciendo sufrir con sus manos y él es un Dios.
Su buen humor lo ha llevado a acostarse con las mejores de las mujeres y es Eir quien se encarga de concertar cada cita, recibe cada llamada de las amantes y quien debe salir sin importar que tenga demasiado trabajo para comprarles de los mejores obsequios a las mujeres.
Vidar miró a su mejor amigo, él como el desinteresado que es y el cotilla, no deja de visitar la empresa para poder ver a Eir, después de todo eran buenos amigos cuando ella decidió romperle el alma y marcharse sin mirar atrás.
―Te dije que tenías que pasar por mí después de las trece horas. ―Apolo poco caso le hizo, de no llegar a tiempo seguramente debía esperar para salir.
―Tú disfruta que he venido a visitarte, no seas un patán. ―Vidar gruñó, su amigo está siendo un dolor de cabeza. ―Es cierto, pobre Eir, ¿Cómo es que eres tan malo con el