GABRIEL SILVA
—Alguien hurtó el microchip, señor —dijo mi abogado con voz metálica.
—¿Cómo? El día de ayer lo vi en su caja… —contesté confundido.
—Revisé las cámaras de seguridad, señor —Me mostró su teléfono. Había dejado entre los libros una pequeña cámara, imperceptible, apuntando hacia el escritorio.
El corazón se me partió al ver a Isabella acercándose a hurtadillas y cambiando el chip por uno falso.
—El rastreador del chip nos llevó hasta uno de los técnicos que fueron despedidos. En este momento está retenido, listo para ser proc