ISABELLA RODRÍGUEZ
Escondiendo mi cara de todos, llegué a la mansión, arrastrando los pies. Las siguientes presentaciones habían sido pospuestas, mi representante quería saber el resultado de la rueda de prensa antes de exponerme a un público furioso.
Necesitaba estrechar a mi pequeño patito y platicar con Guillermina, ella tenía una manera tan dulce de tranquilizarme.
—Vine buscando a mi nieto, pero parece que mi suerte mejoró…
Como si mi situación no pudiera empeorar más, la abuela de Gabriel, la señora Alondra Silva, estaba frente a mí, con su elegancia y altanería, viéndome más feo que de costumbre.
—Señora Silva… Bienvenida —dijo Guillermina acercándose a mí y ayudándome a quitarme la sudadera.